domingo, 6 de enero de 2013

EL LEGADO DE JIMNY ALBA. Por Jake Sandoval.



La exposición El legado de la Casa de Alba exhibe desde la semana pasada en la nueva sede del Ayuntamiento de Madrid lo mejor de la colección de los duques de Alba. La exposición se podría llamar el legado de Jimmy, en honor del padre de Cayetana. Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba, Jimmy Alba para sus amigos, es la imagen del aristócrata español del siglo XX. Se dedicó, según sus palabras, "a servir a España". Auténtico príncipe renacentista, supo administrar y engrandecer su casa, contribuir al mundo de las artes y servir a su rey, todo ello con honor, deber y lealtad.

Jimmy supo ganarse un enorme prestigio intelectual. Involucrado desde muy pronto en actividades culturales fue Doctor Honoris Causa por Oxford, miembro de la Real Academia y Presidente de la Academia de la Historia. No es casualidad que Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala estuviesen cenando en su casa el día que nació su única hija. "Gran devorador de kilómetros y de libros" le definió el duque de Maura. Fue además un gran mecenas que patrocinó investigaciones en mil frentes, apoyó a pintores e investigó su archivo en profundidad. Por destacar, Jimmy destacó hasta en los deportes, ganando una medalla de plata con su hermano en Amberes 1920 jugando al Polo.

Jimmy heredó los títulos de su padre en 1902 y también un patrimonio que en ese momento no era tan boyante. Durante su vida consiguió poner en orden la administración de la Casa. Para ello contó con la ayuda y la herencia de su madre, hija del duque de Fernán Núñez, y con el dinero de su mujer, hija única del duque de Hijar. Con ello además unió a su Casa un linaje de la importancia de Hijar. A pesar de tener que reconstruir el Palacio de Liria, bombardeado en la Guerra Civil, con su enorme coste permitió no sólo conservar sino recuperar patrimonio artístico perdido. Este ejemplo lo supo conservar su única hija, excepción casi única en la aristocracia española.  

Alba sabía que su sino era servir tanto al Rey como a España. Fue senador, congresista, ministro de la monarquía de Alfonso XIII, entrando en su último gobierno por no dejar sólo al Rey en su gobierno más difícil y poniendo su ya enorme prestigio a su servicio. Al inicio de la sublevación de 1936 no dudó en ponerse a disposición de los sublevados. Es durante sus años en Londres donde tiene un papel político más relevante. Jimmy era miembro de una generación de aristócratas cortesanos y cosmopolitas. Educado en Londres, sobrino-nieto de Eugenia de Montijo (mujer de Napoleón III), estuvo implicado en las gestiones que desembocaron en el matrimonio de Alfonso XIII con Victoria Eugenia. Esa implicación en la vida social inglesa la mantuvo durante su vida, siendo anfitrión del príncipe de Gales, posterior duque de Windsor, en Sevilla durante los años 20. El acceso privilegiado a la política londinense, tan elitista en esos momentos, le facilitó su labor como embajador en Inglaterra

Su embajada tuvo dos etapas muy diferentes, la Guerra Civil española y posteriormente la II Guerra Mundial. Durante la primera luchó por la no intervención inglesa en la guerra, explicando el contenido más revolucionario del frente popular, prueba del mismo el fusilamiento de su hermano en Paracuellos, lo que evidentemente escandalizaba a la sociedad conservadora londinense y contrarrestaba en parte la imagen romántica de lucha contra el fascismo. Durante la guerra mundial luchó por la colaboración con Inglaterra frente a la opción alemana representada por Serrano Suñer, y por transmitir la sensación de que Inglaterra no perdería la guerra y que al llegar la paz más valdría huir de esa imagen autoritaria de dictadura.
Además, Jimmy supo defender la dignidad de la historia de España en esos años. Sirva de anécdota un día que estando en el estrado de invitados de la Cámara de los Comunes, y ante un comentario despectivo de Churchill sobre España, quien le miró como de reojo disculpándose, Jimmy se levantó y haciendo un gesto a un criado pidió su abrigo, dando la espalda al parlamento y provocando un gran revuelo en la cámara, pero también que Churchill fuese mucho más consciente a partir de entonces de quién era su pariente.

Las cartas suyas desde Londres están llenas de sentido común, una posición que con el tiempo resultaría mucho más acertada para los intereses de España. Don Juan publica en 1945 el manifiesto de Lausana, donde pide a todos los monárquicos que abandonasen sus cargos en el gobierno de Franco y Jimmy no duda en dimitir. El divorcio entre don Juan y Franco era total y él sabía que la mejor forma de seguir sirviendo a España era servir a su Rey.